Poema milonguero nùmero 8
No importa que te hayan sumariado injustamente,ni que hayas recibido un perjuicio patrimonial (sumamente exiguo, por otro lado):
cumpliste con lo que te dictaba tu conciencia y tu buena fe (Sartre mediante)
cumpliste incluso (a rajatabla) con lo que prescribe la norma legal.
Pensàs que el sistema està podrido en la base,
putrefacto en la raìz; te dijeron que tenìas que ser realista, y no tan idealista:
el mismo que te dijo eso te garcò (para hablar mal y pronto).
Todos esos pocos a los que ofreciste tu confianza
te cagaron mal, llegado el momento: justamente te cagaron porque
les diste tu confianza, tu informaciòn, justamente por eso: si no les hubieras dado
eso: còmo podrìan haberte traicionado entonces?
Conclusiòn: no hay que darle confianza a nadie, o al menos no a cualquiera,
a quien no conocès.
No intimes con nadie, parece le dijo el Faraòn a su hijo: no sirve para nada.
Al menos, eso decìa la enciclopedia, un tomo arrojado a la calle, a la plaza,
pues ya nadie lo compra, no lo quieren ni regalado, acaso ocupa demasiado
lugar, el saber.
No importa que te hayan sumariado, el problema, eso sì, es que te han ensuciado
justamente ese era el objetivo del sumario fraguado con
falsos testimonios, aprietes, coacciones varias (en el horario de salida del
establecimiento) amenazas mùltiples.
El tema es que algunos se lo creen: crees que acosaste, que estuviste loco de
remate, chiflado de atar, patologizan evidentemente, psiquiatrizan, entonces:
para què carajos se la pasan hablando de la violencia de gènero?
si cuando hay un caso concreto de maltrato laboral
no hacen absolutamente nada
o lo que hacen es focalizar sobre el denunciante y vìctima,
arman sumarios truchos con pruebas amañadas, todos
entongados en una cadena de encubrimiento, espirales
de silencios, secretos a voces?
No importa, mediante el poema narrativo delirante
procuro ordenar lo real
o al menos mi mente
perforada por recuerdos varios no etiquetados.
Malas experiencias, errores varios: el Negro Juan Carlos me dijo hace ya
màs de 20 años: cada vez que abris la boca, hace de cuenta
que te estàs metiendo un palo en el orto.
Tengo que aprender a callarme la boca
y a no escribir pelotudeces
de lo contrario, me voy a comer
otro sumario,
al pedo.
Con riesgo de perder mi trabajo
y de què carajo voy a vivir entonces?
Sin embargo, segùn parece
tengo una compulsiòn irresistible a
denunciar presuntas injusticias, agravios, infracciones varias,
sin resultado alguno porque suele no haber evidencia alguna:
los supuestos testigos no recuerdan absolutamente nada:
no vieron nada, no oyeron nada de nada.
Entran por una puerta y salen por otra: puertas giratorias
que le llaman.
Empero, pienso denunciar a directivos que se niegan a hacer el acta
correspondiente o solicitada, a los efectos (obviamente!)
que no exista registro alguno de los hechos
pero
de todas maneras, què susto (por no decir "cagazo") se pegaban:
me encantaba el factor sorpresa, lo inesperado, el poder
de lo totalmente imprevisible:
lo acontecimiental que de golpe o de pronto les cae
como si les cayera el techo o el cielo encima
o
de repente, se les abriera el suelo bajo los pies, el piso
sagazmente serruchado, el derecho ìdem, la cancha supuestamente marcada
segùn ellos.
El goce de lo inesperado, el regodearse en lo imprevisto
como una especie de espada de Damocles
o algo por el estilo.
Durò años el asunto en cuestiòn pero ya ha pasado,
segùn mi gomìa Walter
pero sus efectos, especialmente psìquicos, paranormales, fantasmàticos,
no siguen persistiendo a todo lo largo del tiempo?
Todo esto me importa
un reverendo o soberano bledo:
yo escucho la Primera Sinfonìa de Beethoven
mientras me como una banana brasileña en la tarde tòrrida
y en virtud de lo anteriormente escrito màs arriba o
ut supra
me olvido del calor infernal (39 grados de sensaciòn tèrmica
nos indica gratuitamente el noticiero televisivo)
y de ciertas formas del pasado reciente o lejano
o las recuerdo levemente
levemente ordeno mi cabeza
a los efectos de no volverme loco de atar
chiflado de
remate.